- 08/03/2021
- Economía y Marketing
2021 se presenta como un año de transición hacia la salida de la crisis pandémica, un año todavía caracterizado por los Virus, las Variantes y las Vacunas, los llamados factores “V“, pero también por una recuperación de la economía mundial tras la profunda recesión registrada en 2020, a pesar de la elevación de todos los perfiles de riesgo a nivel global.
Este es el escenario que se desprende del Mapa de Riesgos 2021 - “Rojo, amarillo y verde: los colores de los riesgos y la recuperación sostenible de las exportaciones italianas“ presentado por SACE, un mapamundi interactivo en línea, que llega a su 15ª edición, y que traza los perfiles de riesgo de las empresas que exportan y operan en unos 200 mercados extranjeros.
El informe de este año se caracteriza por unos colores más vivos debido a un aumento generalizado de los riesgos crediticios y políticos, en un marco todavía dominado por un alto nivel de incertidumbre debido a la continuación de la pandemia y sus impactos económicos y sociales en los gobiernos, las empresas y las familias de todo el mundo.
Una recuperación generalizada, aunque desigual
Los escenarios mundiales siguen profundamente marcados por el choque de la pandemia, que ha obligado a un cambio repentino en las prioridades de muchos Estados en el último año.
Las expectativas de recuperación se perfilan para 2021 y los dos años siguientes, aunque a ritmos más bajos que en el pasado: las previsiones de Oxford Economics indican que la actividad económica mundial se recuperará un 5% en 2021, mientras que para la OCSE será del 4,2% y según el Fondo Monetario Internacional del 5,5%.
Según el Informe Sace, esta recuperación será generalizada en todas las geografías, aunque de forma heterogénea. Su intensidad en el primer trimestre del año seguirá siendo débil, mientras que a partir de abril, gracias también al avance de los programas de vacunación, será cada vez más estable, aunque las incertidumbres que rodean estos escenarios siguen siendo elevadas.
Aunque en un marco de incertidumbre y riesgos crecientes, las empresas pueden mirar hacia 2021 con un optimismo prudente, siendo conscientes de que deben adaptar rápidamente sus estrategias a un contexto en constante cambio, vigilando constantemente los mercados de interés y recurriendo a las herramientas financieras, de seguros, de asesoramiento y de recuperación del crédito adecuadas.
2021 Mapa de riesgos: tendencias por zonas geográficas
El Mapa de Riesgos 2021 de Sace esboza un panorama de riesgos con colores más vivos, con un aumento general de todos los perfiles de riesgo. El aumento más pronunciado se refiere a los riesgos de crédito, debido a los impactos económicos de la pandemia, sin perjuicio de una fuerte atención a las tensiones político-sociales y a la sostenibilidad que reflejan los demás indicadores.
La edición de este año también hace uso de nuevos indicadores que evalúan, además de los factores tradicionales de riesgo crediticio y riesgo político, aspectos de sostenibilidad ahora esenciales, definidos en colaboración con la Fundación Enel: cambio climático, bienestar social y transición energética.
Riesgo de crédito
La crisis debida a la pandemia contribuyó a un nuevo aumento de la deuda mundial, tanto pública como privada, que registró un incremento de 24 billones en 2020, con lo que la deuda total se situó en 281 billones, lo que equivale al 355% del PIB mundial y supone un fuerte aumento respecto al 320% alcanzado en 2019 (datos del IIF).
De los 194 países analizados, 22 mejoran, siendo Europa emergente y la Comunidad de Estados Independientes (CEI) los que se mantienen, mientras que en Asia es Vietnam el que destaca en clave positiva. A continuación, había 52 países estables y 120 países con un riesgo crediticio que empeoraba. Estos últimos se refieren a la mayoría de los países del África subsahariana y a los del norte de África y Oriente Medio, en particular Zambia, que presenta el mayor aumento de la puntuación de riesgo. El empeoramiento de los riesgos es bastante generalizado también en América Latina, pero el panorama presenta algunas excepciones para economías con fundamentos más sólidos como Perú, Chile y Uruguay y para Argentina, ya en dificultades en años anteriores, pero que en 2021 espera una reducción de su perfil de riesgo gracias a la reestructuración de su deuda con acreedores privados extranjeros.
Los países emergentes mostrarán un impulso más pronunciado, gracias tanto a la mayor eficacia en la contención de la crisis sanitaria en economías importantes como las del sudeste asiático, por ejemplo Corea del Sur y Vietnam, como al fuerte tirón de China.
Riesgo político
En cuanto a los indicadores de riesgo político, que incluyen los riesgos de guerra, disturbios civiles y violencia política, los riesgos de expropiación y violación de contratos, y los riesgos de transferencia de divisas y restricciones de convertibilidad, todos mostraron un aumento en 2020, más pronunciado en los mercados emergentes y en desarrollo. De los 194 países analizados, 48 mejoran, 60 se mantienen estables y 86 empeoran.
2021 Mapa de riesgos: indicadores de sostenibilidad
El Mapa de Riesgos de este año no ha descuidado el lado verde. De hecho, las repercusiones económicas y sociales de la pandemia han hecho más explícitas las cuestiones de sostenibilidad y han reforzado la convicción de que la recuperación debe producirse sobre nuevas bases, replanteando la economía en términos de sostenibilidad no sólo a nivel medioambiental, sino también a nivel humano.
SACE y la Fundación Enel han profundizado en estas cuestiones relacionadas con la sostenibilidad, desarrollando para cada país un nuevo indicador de riesgo relativo al cambio climático y una serie de puntuaciones sintéticas que permiten definir el escenario de bienestar social y el contexto de la transición energética. El riesgo del cambio climático en los próximos años se prevé que aumente de forma generalizada en todas las zonas geográficas, sobre todo en lo que se refiere a la temperatura (por ejemplo, las altas temperaturas, la fragilidad hidrogeológica y el viento), mientras que los contextos de bienestar y transición energética muestran una mayor heterogeneidad, según los distintos escenarios nacionales y, en particular, entre los países avanzados y los emergentes.